jueves, 8 de diciembre de 2011

De Peña Nieto a la Navidad

Un resbalón que da peña.

Cada vez que veo en la tele el momento en que Peña Nieto zozobra sin piedad divina en el pantano al que fue a meterse solito cuando trata de capotear la embestida de un periodista que le cuestiona sobre los libros que lo han marcado en su vida, yo experimento una suerte de pena misericordiosa y aflora en mí el LLanero Solidario de mi subconsciente.

   Qué mal pensados nos hemos vuelto. Si Peña Nieto no respondió con contundencia, astucia intelectual o habilidad retórica -ni de ningún otro tipo- pudo deberse a razones muy distintas a las que, destructiva y malsanamente, los pendejos de la prole usamos para mofarnos de él en medios de comunicación y redes sociales.

   ¿Por qué dudar de la cultura del precandidato cuando los motivos de su tropezón pudieran ser algunos menos inicuos? En descargo de la víctima propongo las siguientes hipótesis:
 
a) Abrumado por el alud de títulos que irrumpieron en su mente, su problema no es falta de cultura sino de buena memoria.
 
b) Ha leído infinidad de libros pero ninguno de ellos lo ha dejado marcado. ¿O qué a  fuerza todos debemos llevar alguna cicatriz literaria?
 
c)Tiene información privilegiada según la cual La Silla del Águila en realidad fue escrita por Enrique Krauze y Carlos Fuentes sólo fue un prestanombres.
 
d) Contestar que la Biblia lo había influenciado era respuesta más que sobrada a la pregunta original. El periodista le pidió que mencionara sólo 3 libros y la Biblia tiene del Génesis al Apocalipsis ¡73 libros! 

   Pensemos en ello aunque sea por otorgarle el beneficio de la duda. No hay que ser tan montoneros.


Navidad, adornitos y villancicos.

   Una de las cosas que más me gustan de la Navidad es que me permite darle rienda suelta al cursi que reprimo el resto del año. 

    Empieza apenas diciembre y ya se nos cuecen las habas por ir a comprar el arbolito, de preferencia natural, para que toda a casa se impregne de olor a pino. Pero el arbolito no es suficiente. Es menester para todo cursi de temporada, como este servidor, decorar la casa con todo tipo de arrequives y perifollos como moñitos dorados, muñequitos con bufanda, renos de fieltro, monos de nieve inflables -un paisaje bastante bizarro en una ciudad donde una nevada es un fenómeno que se presenta con menos frecuencia que un cambio de líder sindical en nuestro país, lo cual ya es mucho decir-.

    Y qué decir de la música navideña. En este polémico rubro sí tengo mis límites pero no por ello me libro del dedo flamígero de los matacursis. Por salud prefiero abstenerme de escuchar villancicos españoles que hablan de peces esquizofrénicos que beben en el río, y que, pobrecitos, beben y beben y vuelven a beber. En su lugar me vuelvo proclive a oir con gozozo cinismo los standards navideños en inglés, desde los temas obligados para la temporada cantados por Bing Crosby y su cursi e inconfundible pero indispensable White Christmas, pasando por Sinatra, Dean Martin, Tony Bennett, Johnny Mathis, Nat King Cole o el inefable y recontraclásico album navideño de Andy Williams titulado Live Christmas Treasures. Por cierto, hay un album producido en 1963 por Phil Spector llamado A Christmas Gift For You, donde intervienen conocidos artistas de la época, recomendable hasta la pared de enfrente.  Sé que algunos músicos que conozco -de los buenos- quieren excluirme por ello de su lista de amigos de Facebok, pero a mi se me hace que en estas fechas a ellos también se les hace ponche la sangre y se despachan unos buenos villancicos en sus toquines.

    Confieso que que me gusta ir de compras, que disfruto de regalar y de que me regalen, que la cena de Noche Buena me produce un placer que ya lo quisiera Epicuro, que el recalentado del 25 raya en lo sublime y que me ataca descarnadamente la dicha ver a mi familia reunida y feliz. ¿Ya ven por qué les digo que me pongo cursi, cursi, pero cursi?

    Y ya me voy porque no quiero que me vean llorar.

Feliz Navidad.
Si aún no lo has hecho y no tienes inconveniente, suscríbete al blog. Mil gracias.