martes, 1 de noviembre de 2011

Los primeros 10 años del iPod ¿serán los últimos?


Todavía recuerdo con lujo de detalles la tarde de agosto del 2002 en que compré mi primer iPod. Steve Jobs lo había presentado en sociedad, cual regordeta quinceañera, unos meses atrás, el 23 de octubre del 2001. Yo aproveché un viaje a Estados Unidos para adquirirlo en la tienda Apple. 325 dólares tan verdes como caros. Era -es, aún lo atesoro- blanco, bonito, con la ruedita al centro y 10 gigas de almacenamiento en un disco duro, suficiente para guardar ahí más música que la que podría escuchar por varios días sin parar y sin repetir. Perfecto para una bacanal de proporciones épicas.

¿Les digo la neta del planeta? En el fondo de mi corazoncito de pollo no sabía muy bien para qué me iba a servir. Sí, podía traer más de 2000 canciones... ¿y? Ya tenía montones de cd´s en mi acervo y en mi computadora podía oir toda la música que quisiera. Además el bicho aún carecía de adaptadores para hacerlo sonar en el estereo (término setentero) del auto, que en ocasiones es donde más música escucho para aligerar el cochino estrés. Pero algo me decía que debía tener un iPod. Me lo decía la misma vocecita interior que años después me aconsejó que comprara un iPhone y más tarde me ordenó que me hiciera de un iPad, en una especie de inevitable salto de fe que debe dar todo militante de Apple. Quedaba claro que a la vocecita le importaba un carajo el dinero que me hacía gastar.  Pero debo admitir que al final tuvo razón.

10 años después nadie puede dudar que el iPod es, por lo menos, el reproductor de música que se debe tener si se quiere estar a la altura de las frenéticas ansias de consumo musical del mundo en que sobrevivimos. Nos ha cambiado los hábitos de adquirir, almacenar, escuchar, compartir -y demás verbos relacionados- música.

Este dispositivo se volvió en una especie de espejo de nuestra conciencia cultural individual. Dime qué traes en tu iPod y te diré quién eres. Ya lo dijo el profeta: “Por sus iPods los conoceréis”.

El iPod no fue el primer reproductor portátil de música de la historia.  Basta con acordarnos del Walkman (80´s) y del Discman (90´s), ambos de Sony. Y habrá quien se sorprenda de saber que tampoco fue el primer reproductor de mp3, hubo otros intentos nada exitosos. Pero lo que en manos de esas compañías precursoras eran extrañas cajitas no muy amigables, en las manos de Steve Jobs se convirtiieron en objetos de deseo, en oro puro. ¿Mercadotecnia? Sin duda, pero cuando la estrategia de imagen está sustentada en un producto con genio, alma y visión, puede alcanzar resultados de trascendencia generacional.

Los que saben mucho del universo de la tecnología afirman que el iPod, a sus 10 años de existencia, empieza a presentar signos de algún mal terminal . Por lo pronto es casi un hecho que las versiones Classic y Shuffle están por ser descontinuadas de la línea de producción en Cupertino. Y es posible que el ciclo de la vida se está cerrando para el iPod en todas sus modalidades. Su certificado de defunción pondrá: muerte asistida. Y es que sus primos ricachones, el iPhone y el iPad le han venido quitando el suministro de oxígeno. En la medida en que estos dispositivos -que ya traen incluido un iPod impostor- se han metido despiadadamente en nuestras vidas, el verdadero y original iPod ha ido perdiendo sentido. Finalmente, a estas alturas ¿quién quiere traer dos dispositivos -un iPhone y un iPod, por ejemplo- pudiendo portar solamente uno?

A partir del 2008 las ventas de la línea iPod han bajado con franqueza, una franqueza que envidiaría cualquier político mexicano,. Y su volumen de ventas ya sólo representa el 5% de los ingresos de Apple. Qué gacho. Quién diría, quién diría -diría el poeta Arjona- que esto le sucedería al otrora producto estrella de la compañía de la manzana mordida.

Pero, independientemente de lo que suceda, el legado del iPod es innegable. El daño ya está hecho. Las reglas imperantes en la industria de la música cambiaron para siempre y nuestros hábitos también.

 

Hoy celebremos los 10 años del iPod     recordando aquel 23 de octubre de 2001  cuando Steve Jobs lo presentaba frente a  una audiencia no tan numerosa -ni tan  entusiasta- como la de los años posteriores y en un escenario que ahora se percibe austero. Ese día inició una nueva era para la música.





UNA COSA MÁS...

Por puritita curiosidad:
¿Ven alguna similitud entre estos 2 aparatos? El de la izquierda es un radio de los años 60 fabricado por  la compañía Braun -denominado T3- en el cual se inspiró Jonathan Ive, diseñador industrial de Apple, para crear el primer iPod. Nada nuevo bajo el sol. Digo, sin quitarle ningún mérito a Mr. Ive.



Si en algo te gustó esto que acabas de leer, te invito a suscribirte al blog para avisarte cuando publique otras notas. Y si no es mucha molestia, recomiéndalo. Gracias por montones.
Si aún no lo has hecho y no tienes inconveniente, suscríbete al blog. Mil gracias.