miércoles, 23 de marzo de 2011

Enredados

Parte 1

Ahora caigo, las redes sociales no sólo se llaman así porque van creando un tejido de usuarios que tienen algo o mucho en común, sino porque además, como redes que son, nos hacen caer en ellas y después es muy difícil escapar.

Yo no me considero un facebookero o twitero de grandes ligas. Soy más bien un principiante que se avienta sus cascaritas en este universo todavía inexplorado. Pero debo aceptar que hay ciertos aspectos de las redes sociales que empiezan a seducirme y, como ser humano normal que creo ser -o quizá algo aún peor-, abundan en mí las debilidades y me gusta repetir la experiencia de la seducción con alarmante frecuencia. Me causa una epicúrea sensación entrar al Feis o al Twitter y escudriñar en las entrañas y telarañas de todo lo que ahí se dice, se declara, se confiesa y se niega, y qué placer poder participar con mi granito de arena en esta bacanal aportando mis ideas, aunque crea que éstas no le importen a nadie. Siempre hay un roto para un descosido y nunca faltará alguien que, aunque sea por error, pasará su vista sobre mis barbaridades. Qué placer. Y creo que ahí radica el éxito de estas redes. Todos podemos decir en ellas lo que se nos viene en gana, y la experiencia hedonista recibe su corona cuando los demás nos ponen un "me gusta" o, mejor aún, nos dejan algún comentario que nos anima a seguir infestando la web con nuestras hondas reflexiones. Por ejemplo, antes de pertenecer a una comunidad como Twitter, la mayoría de los mortales de a caballo no teníamos un foro donde dejar que aflorara un bonito e inspirado pensamiento. En cambio ahora podemos decir sin calambre alguno cosas de este calibre: "Como un tsunami en Japón, puede hacer que tus olas me revuelquen el maldito corazón". (Dulce María dixit, si no la conoces, en realidad no importa) ¿Sublime,no?

Tengo algunos amigos que me van reportando, a mi y a todos los demás de su lista, sus actividades diarias con precisión cronológica. Gracias a Facebook podemos conocer relevantísima información como la hora en que se levantan de la cama y su ánimo del momento: "Buenos días a todos, ¡a darle!"; su estado de salud también es importante: "en cama con 39 de calentura, a puro caldito de pollo"; también nos enteramos de sus gustos musicales: "escuchando una buena rolita de La Arrolladora en el gym"; podemos tener conocimiento en tiempo real de sus conflictos interpersonales: "En la oficina, soportando al desgraciado de mi jefe", y también podemos satisfacer nuestro cochino morbo al enterarnos que la situación sentimental de fulana o zutano es complicada. ¿qué pepinos quiere decir complicado? Quizá sea el momento oportuno de acercarnos a esa persona en ese estado vulnerable y darle un toque. Quienes conocen Facebook saben a qué me refiero -la más aburrida manera de darse un toque-. Existe también el motivador que nos propina a diario alguna frase sacada de algún libro de autoayuda. Por otro lado tampoco falta el entusiasta que todas sus entradas las culmina con un provocador "... awebo!!!"

También gracias a Facebook he podido hacer detección temprana de la preocupante afición por la bebida de algunos queridos amigos. En por lo menos 9 de cada 10 comentarios que ponen se están empujando un whisky o un tequilita.

Otros nos aprovechamos de estas redes y sobre todo de la buena voluntad de nuestros amigos para invitarlos a leer nuestros aburridos blogs.

En fin, estos escaparates que constituyen las comunidades virtuales nos permiten conocernos hasta en calzones aún entre aquellos que nunca hemos intercambiado una sola palabra en persona.

Por último, ¿qué decir de la maravillosa experiencia de ser felicitado por 300 amigos el día de nuestro cumpleaños? Mis cumples se dividen en antes y después de Facebook. Antes hasta yo olvidaba que era mi aniversario. Ahora espero ese día con ansias sólo para regocijarme con la emoción de sentir que muchas personas -muchas más que nunca antes- se acordaron de la fecha. Lo único que había hecho falta para recibir tal avalancha de buenos deseos eran dos cosas: tener esa cantidad de amigos y que alguien les recordara a todos ellos que era mi cumpleaños. Facebook hizo la magia.


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miércoles, 9 de marzo de 2011

Apocalipsis Now


No están ustedes para saberlo ni yo para callármelo, pero fui amablemente invitado –lo cual agradezco- junto con otros ciudadanos distinguidos –ellos, yo no- a formar parte del consejo editorial del periódico MURAL de Guadalajara, para dar algunas opiniones acerca de la muy leída sección Gente, cuya vocación editorial tiene mucho que ver con el mundo del espectáculo. En Gente conviven, en envidiable promiscuidad, los últimos chismes de los artistas y elevadas notas sobre cultura, lo que sea que esa palabra signifique, pasando por temas y noticias sobre cine, televisión, música, etc. Para poder emitir algún comentario en las juntas del Consejo, es indispensable convertirse en sistemático lector de esta sección. Y yo, a quien los chismes del corazón tenían tan sin cuidado, no saben ustedes de las cosas que me he enterado.

Por mencionar sólo algunos de los acontecimientos ocurridos en lo que va del mes, he tenido conocimiento, por ejemplo que Javier, el ex Garibaldi, sufrió un tremendo accidente manejando moto -y además conduciendo una motocicleta-. Supe que vio de cerca a la huesuda -y no me refiero a la alcaldesa de Totatiche con quien se topó de frente- sino a la parca, la catrina, la dientona, o como le quieran llamar. Buen susto el que nos dio. No, mi Javis, no nos hagas eso. No hagas trizas, como lo hiciste con tu moto, nuestro sueño de ver a los Garibaldis reunidos otra vez.

Por si lo anterior fuera poca cosa, vino el verdadero catorrazo de catorrazos. Bueno, no lo puedo ni escribir porque la mano me tiembla y una lágrima asoma en mis oclayos. El pasado fin de semana Lucero y Mijares ¡anunciaron su separación! Piedad, Señor. Dos desazones nos ha causado Lucerito: la primera cuando hizo público que se nos casaba y todos los caballeros de México, perdón, de América, sentimos que habíamos perdido a nuestra novia; y cuando ya por fin nos habíamos encariñado con Manuelito, ¡zaz! nos asesta el golpe final. ¿Qué será ahora del soldado del amor sin su Chispita?

Justo cuando terminaba de escribir sobre estos desafortunados acontecimientos que ha dejado desolada el alma farandulera que todos llevamos dentro, leo de última hora -y esto sí que me pone triste en serio- que ha sido despedido en definitiva Charlie Sheen de la serie Two and a Half Men. Parece ser que Sheen, a causa de su demencia galopante, encontró muy divertido patear el pesebre profiriendo críticas a diestra y siniestra en contra de Chuck Lorre, el productor de la serie, además de protagonizar  otras declaraciones y conductas ególatras, megalómanas y prepotentes. López Obrador parecería un niño de kinder junto a Sheen.  El futuro de Two and a Half Men parece simplemente ya no exisitir,  lo cual es una pésima noticia para los fans, entre los cuales me confieso estar.

No cabe duda que cuando la vida se ensaña, es muy canija y despiadada.


¿Serán señales del apocalipsis?

Juan Miguel Portillo

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