Tienes mucho trabajo que hacer, te inquieta especialmente un informe de trabajo importante que debiste entregar desde ayer y que no hiciste porque, además de que hacer informes no es precisamente tu tarea favorita -hablando con franqueza, la detestas-, te fue imposible siquiera empezar dado que, entre otras ocupaciones, recibiste varias llamadas inesperadas. Bueno, a decir verdad, algunas de esas llamadas, la mayoría pues, las hiciste tú por iniciativa propia, y en honor a la verdad no eran tan apremiantes, excepto ésa que le dedicaste a tu tía Clara por su cumpleaños. La tía no perdona que no le llames en sus cada vez más contados aniversarios, y como ella padece verborrea galopante, y tú también, invertiste más de una hora en pasar lista a las novedades del último año, tiempo que ha transcurrido desde la última llamada de felicitación.
Si te gustan estas postergadas reflexiones, te estaría muy agradecido si compartes mi blog. De antemano, ¡mil gracias!
Pero hoy tomaste la inquebrantable decisión de entregar esa cotización que anoche te quitó el sueño. Pase lo que pase.
Te sientas a las nueve en punto de la mañana frente a la computadora, con entusiasmo y determinación, respiras profundo como tomando fuerzas y te pones manos a la obra. En ese momento adviertes que te falta algo esencial para iniciar labores: el imperdonable cafecito. Vas a prepararlo y mientras está listo consultas el Facebook en tu teléfono para matar el tiempo, aprovechas para ver cómo va la cuenta de likes en la selfie que subiste ayer. Ya suman 21. De una vez aprovechas para responder un par de mensajes inbox. Te percatas que el café está listo desde hace 20 minutos o más y te sirves una taza que luce humeante y provocadora. No puedes desaprovechar esa imagen como de revista y le tomas una foto padrísima junto a la computadora para después publicarla en Facebook con algún filtro que la hace ver más nais, y le añades algún comentario motivador y estimulante como el propio café.
Ahora sí, todo listo para empezar a redactar el documento. ¡Bing!, suena en tu compu el aviso de que acaba de llegar un nuevo mail, abres tu correo y ves que no es uno sino varios los que están pendientes de revisar. La mayoría son correo basura, pero como hasta en la basura hay cosas interesantes, surge en ti el pepenador que todos llevamos dentro y te zambulles en el montón de correo; hay uno que llama tu atención, es la promoción de una venta nocturna que está en puerta, lo lees y el descuento del 30% en ropa para dama y caballero te parece tan atractivo que, haciendo click en el mensaje, se abre tu navegador y te conduce a la tienda. Buscas algo que te interese, ves los precios y concluyes que la venta es una tomada de pelo, tres cuartos de hora después regresas a tu quehacer.
Abres tu procesador de texto, te quedas viendo la pantalla como intentando invocar a las musas para que vengan en tu auxilio, de pronto giras tu mirada hacia la taza y adviertes que ya casi te acabaste el café, vas a resurtir, suena el teléfono y contestas; te da hambre, haces un sandwich, aprovechas para poner un poco de orden en la cocina y regresas a tu lugar de trabajo, o para lo que sirva ese lugar.
¡Eureka!, por fin tu mente se ilumina y se revela la primera idea con la que abrirás tu informe: "28 de febrero de 2015". Esa línea te hace caer en la cuenta que hoy es el último día para pagar la maldita tarjeta de crédito, decides hacerlo de una vez para no tener esa estorbosa preocupación y poder así seguir trabajando con total concentración mental. Vas al banco, haces una fila tan larga como tu impaciencia -bendito Facebook, piensas, el recuento de los likes a tu selfie ya asciende a 32-, pagas, y cuando vienes de regreso pasas por la gasolinera y te detienes a cargar combustible; miras el reloj y ves que es muy tarde, haces lo posible por regresar rápido a trabajar pero el tráfico está denso. Llegas a tu casa, te encuentras al vecino y lo saludas, conversan banalidades como lo caro que está todo hoy, regresas a tu computadora, haces una escala técnica en Facebook, abres el documento en la pantalla y en él la fecha sigue siendo lo único que has escrito. Decides tomar un descanso porque el trabajo te ha agobiado esta mañana, entonces te sientas frente a la tele un momentito para refrescar la mente y te ejecutas todo un capítulo de Friends, regresas a la computadora, vuelves a ver el reloj y el tiempo de comer ha llegado, no te permites trabajar en horas de comida, decides prepararte algo siguiendo rigurosamente el principio de “ya comido pienso mejor”. Después viene la siesta, medicina infalible para recuperar fuerzas en un día agotador, y al despertar debes arreglarte para acudir a la junta de trabajo donde tienes que presentar el informe… que no has hecho. Cancelas tu junta y decides que mañana será un mejor día para hacer el informe. Bueno, por lo menos hoy te queda la satisfacción de que tu selfie llegó a los 55 likes. Fin de la historia.
La narración anterior intenta describir la acción de procrastinar, entendida en términos sencillos como: postergar situaciones o responsabilidades, y hacer en su lugar actividades menos importantes.
Posponer, diferir, retrasar, aplazar, prolongar, son algunos sinónimos y palabras similares a procrastinar pero si aludimos no al significado sino a los motivos y fuerzas internas que nos llevan a la procrastinación, sería más atinado emplear evadir, eludir, darle la vuelta, dar largas dejar para después, fingir demencia, jugar al occiso, hacerse güey y otras expresiones menos decorosas.
Por extraño que parezca, los antiguos Romanos del Imperio, amos y señores de la guerra, las artes y la política, al parecer también procrastinaban y de lo lindo, tanto que fueron ellos quienes se encargaron de crear en latín el término procrastinare, formado por el prefijo pro (hacia) y cras (mañana, en su sentido de futuro). Así que, como podemos ver, la procrastinación es parte de nuestras debilidades más añejas y primarias. Compañera de conquistas y calamidades.
La esencia de la procrastinación está en el grado de incomodidad o ansiedad que nos puede producir determinada actividad, por lo cual, consciente o inconscientemente intentamos posponerla ad infinitum -para seguir honrando al latín-. El tamaño de la flojera, la apatía y el estrés que nos produce la acción incómoda, es directamente proporcional al armamento de excusas, distractores y fruslerías que emplearemos para evadirnos de tal evento.
Lo paradójico es que aplazar el momento de ejecutar dicha actividad, acaba produciéndonos más ansiedad que la que estamos intentando evitar.
No sé si ustedes, pero yo me veo cara a cara con la procrastinación a menudo. Y de esos lances no siempre salgo en hombros. Para avalar mi dicho, reconozco que este texto quería publicarlo hace por lo menos 2 semanas.
A veces tengo que hacer algo y me las ingenio para dejarlo hasta el último día y más allá, por razones que sólo mi cerebro conoce y el muy tacaño no me comparte. Algunas de estas actividades postergadas son imperiosas, otras no tanto, pero al final todas y cada una de ellas las tendré que realizar irremediablemente. De ahí que, en casos como éste, procrastinar puede entenderse como tratar de evitar lo inevitable.
No niego que en ciertas ocasiones -no siempre, vale aclarar en defensa de mi honor- pospongo determinadas cosas solo para evitar la fatiga -parafraseando a Jaimito El Cartero- con lo cual estoy aplicando con desvergüenza la filosofía que postula: “¿Por qué dejar para mañana lo que se puede hacer pasado mañana?" Otras veces lo hago porque de esa manera se genera en mi interior una especie de fuerza explosiva, producto de la emergencia inducida, que me hace ponerme en marcha. En este último caso, creo que no es el deseo de evadir lo que me conduce a postergar, sino que, al posponer, yo mismo genero una situación de urgencia que al subir al nivel color de hormiga, no me deja otra salida que actuar en consecuencia. Es como si usara el estrés a mi favor. Claro está que no es la forma más ejecutiva de ir por la vida, pero acá entre nos, me funciona.
No hay recetas milagrosas contra la procrastinación, pero hay infinidad de escritos y posturas sobre la materia. De lo que he encontrado más interesante en estas lecturas es que no se trata de un asunto de fuerza de voluntad -dado que es una fuente de energía muy difícil de encontrar y que se agota muy rápido-, es más bien un tema de hábitos y costumbres, y los malos y añejos hábitos se combaten con otros, nuevos y más poderosos.
Decía mi madre que en comer y rascar todo es empezar. Y es muy cierto. En el tema de la procrastinación, el punto clave parece el momento de dar inicio a la actividad. El primer paso es la parte más difícil de cualquier caminata, pero una vez en marcha, los pies adquieren vida propia. Es recomendable, pues, establecer un ritual de arranque que nos resulte amigable. Si tu trabajo es de escritorio, como en el ejemplo de arriba, una buena dotación de café y un ambiente con música ligera podría ser el entorno que te ponga en buena actitud de empezar y terminar tu trabajo.
Es muy importante, además, ver una recompensa luminosa al final del túnel. Esta auto gratificación puede ser una golosina, una buena película, una cena deliciosa, un baño caliente, un tiempo para descansar, eso que te vas a comprar con lo que te van a pagar por el trabajo realizado o, por qué no, un rato a solas con tu pareja. O con quién tengas a la mano.
Y qué decir de los distractores. En este partido, Facebook, Twitter y Youtube tendrán que esperar en la banca aunque siempre jueguen de delanteros. -No sé por qué me salió tan futbolística esta línea si el futbol ni me viene ni me va-.
Estas reflexiones no pretenden ser, ni de lejos, un ensayo sobre el tema. Es, a lo más, un humilde y breve testimonio, que más bien parece una confesión. Por ello, para quien quiera profundizar en la materia, abajo comparto algunos enlaces que a este servidor le han ayudado, no a exterminar mágicamente, de una vez y para siempre, el problema de la procrastinación, sino a adquirir los conocimientos más vanguardistas y confiables para algún día llegar a ser un verdadero procrastinador, informado y profesional.
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Fuentes y enlaces sugeridos.
http://www.telegama.com/societyof2000/ver.asp?art=3619
http://blogs.elpais.com/ayuda-al-estudiante/2013/03/10-formas-de-luchar-contra-la-procrastinacion.html
http://www.structuredprocrastination.com/
http://www.letraslibres.com/revista/convivio/procrastinar-0
https://www.fundacionunam.org.mx/estilo_de_vida/como-evitar-la-procrastinacion/
http://es.wikipedia.org/wiki/Procrastinaci%C3%B3n
http://www.bakadesuyo.com/2015/01/how-to-stop-procrastinating/
http://procrastinacion.org/index.php?option=com_content&view=article&id=86%3Adiez-cosas&catid=43%3Asoluciones&Itemid=62&lang=es