Supongo que con el desesperado objetivo de hacerle la competencia a la espectacular entrega de los prestigiadísimos premios TV y Novelas a la excelencia, la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood decidió estratégicamente llevar a cabo el mismo día la ceremonia de entrega de los de premios Óscar. Yo opté por ver ésta y, como en otras muchas ocasiones, me quedé con las ganas de que los nuestros se llevaran uno.
Aunque en la historia del galardón, más de 25 compatriotas han sido nominados en diversas categorías -recordemos recientemente a la actriz Adriana Barraza, a los directores González Iñárritu, Cuarón y Del Toro, ilustre tapatío, hijo pródigo del glorioso Instituto de Ciencias, del cual salieron también algunas lacras como este servidor- sólo unos cuantos tienen un Óscar en sus libreros, entre los que destacan Anthony Quinn, cuya nacionalidad mexicana para muchos no está muy clara que digamos, Gonzalo Gavira por los efectos de sonido en El Exorcista y Guillermo Navarro por fotografía en El Laberinto del Fauno.
La película El Artista arrasó como ya lo habían vaticinado los que saben de estas lides, llevándose incluso el premio a mejor Actor y dejándonos a Demián Bichir consolándose con los puros cebollazos que le asestó Natalie Portman. Pero Emmanuel Lubeski sí que era favorito en la categoría de mejor fotografía, y nada.
Dicen que el hecho de ser nominado al Óscar es de por sí un reconocimiento suficiente, un premio en sí mismo. Pues sí, pero yo les juro que a Bichir y al Chivo Lubeski no les hubiera disgustado en lo más mínimo llevarse anoche- además de su mención y el generoso aplauso del respetable- una de esas estatuitas a sus respectivas casas. Ni modo, ahi pa´lotra.
Para nosotros los que estamos acá en nuestro sufrido y abnegado país, hubiera sido motivo de algarabía nacional, muy necesaria en estos tiempos de cólera. Satisfacciones de esas son muy bienvenidas para sobrellevar el aciago acontecer cotidiano.
Por lo menos un sector del país, nada despreciable en tamaño y pasión, tuvo motivo de satisfacción este domingo cuando las Chivas le meten dos al Santos. Durante varias jornadas las chivitas no podían levantar cabeza por la sencilla razón de que carecían de ella, pero pareciera que de algo sirvió la llegada del Sr. Cruyff. A lo mejor el ícono holandés del Ajax les administró precisamente una dosis intravenosa de AJAX BICLORO y les lavó con este detergente el entendimiento y el orgullo a los jugadores para que se pusieran de una vez por todas a hacer su chamba por la cual se les paga cantidades nada despreciables. Con una sola quincena de cualquiera de estos jugadores, muchos mexicanos pagarían todas su deudas y todavía les sobraría para irse de vacaciones a Acapulquito.
Por otra parte, ciertas declaraciones de nuestra fauna política hacen más llevadero nuestro sufrido tránsito por la vida. Como la genial puntada que don Felipillo Calderón nos regaló la semana pasada cuando encontrando certeramente el ojo de la aguja, metió el hilo de la discordia al aventarse un estrepitoso flash informativo en una reunión privada con banqueros. Como todos sabemos, ahí les anunció que según una reciente encuesta doña Chepis Vázquez Mota, a 4 puntos de distancia, ya le andaba pisando por detrás los tenis a Peña Nieto, es decir que la contienda por la presidencia estaba tan cerrada que el candidato del PRI iba ganando tan sólo por un copete. La reunión era a puerta cerrada, con banqueros, es decir pura gente fina y de confianza. Pero, oh decepción, resultó ser una bola de chismosos.
De modo que, mientras México esté como está y no tengamos mejores motivos de jolgorio, tendremos que conformarnos con algunas satisfacciones futboleras, nominaciones al Óscar y divertidos actos del circo de la política.
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